Medio siglo después, el libro de Peter Benchley y el film de Steven Spielberg permanecen como fenómenos culturales que trascienden generaciones y géneros, y dejan huellas imborrables en la cultura popular… y en el miedo a los tiburones…
La obra maestra de Peter Benchley celebra su quincuagésimo aniversario nadando en las aguas turbulentas que separan dos siglos. Como un coloso marino que atraviesa la barrera invisible entre el siglo XX y el XXI, la novela y su icónica adaptación cinematográfica dirigida por el brillante talento de Steven Spielberg, han sido testigos de una transformación profunda en la humanidad.
En estos cincuenta años, el verdadero depredador parece haber emergido de las profundidades de nuestra propia naturaleza. Mientras “Tiburón” nos aterrorizaba con sus fauces desde las profundidades oceánicas, la humanidad ha ido revelándose como una especie cada vez más voraz, devorando recursos, libertades y esperanzas con un apetito insaciable.
La aleta dorsal que una vez surcaba las aguas de Amity Island se ha convertido en un símbolo de algo más siniestro: nuestra propia capacidad para sembrar el terror y la destrucción.

(Crédito Roger Kastel, Public domain, via WikimediaCommons/https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Jaws_Book_1975_Cover.jpg)
En este medio siglo, hemos visto cómo las amenazas más peligrosas no surgen de las profundidades del océano, sino de las profundidades de la ambición y el miedo humanos.
Así, “Tiburón” no solo marca el paso del tiempo, sino que se erige como un recordatorio incómodo de nuestra propia evolución. En su 50 aniversario, nos invita a reflexionar sobre quién es realmente el depredador en este vasto océano que llamamos mundo. ¿Acaso no somos nosotros, con nuestra voracidad por el poder y el control, los verdaderos tiburones de esta historia?
Esta obra, que comenzó como una simple novela de terror, se ha convertido en un espejo que refleja nuestros miedos más profundos y nuestras realidades más crudas. Cincuenta años después, “Tiburón” sigue nadando, no solo en nuestras pesadillas, sino en la conciencia colectiva de una humanidad que, quizás, se ha vuelto más temible que cualquier criatura marina.
El nacimiento de un clásico
En el verano de 1974, un modesto libro de ficción sobre un gran tiburón blanco que aterroriza a una comunidad costera se convirtió en un fenómeno literario inesperado. “Tiburón”, escrito por Peter Benchley, un periodista y guionista poco conocido en ese momento, no solo se catapultó a la cima de las listas de best-sellers, sino que también sentó las bases para una de las películas más influyentes en la historia del cine.
Cincuenta años después, tanto el libro como su adaptación cinematográfica continúan fascinando al público y moldeando nuestra percepción de los tiburones y los peligros del océano.
Peter Benchley, nacido en una familia de escritores (su abuelo, Robert Benchley, era un reconocido humorista), encontró la inspiración para “Tiburón” en una serie de ataques de tiburón ocurridos en la costa de Nueva Jersey en 1916 y en su propia experiencia como periodista cubriendo la captura de un enorme tiburón blanco frente a las costas de Long Island en 1964.
Sin embargo, lo que comenzó como un intento de escribir una novela “seria” sobre la relación entre el hombre y la naturaleza, pronto se convirtió en algo mucho más grande.
El libro, publicado por Doubleday, inicialmente tuvo una recepción mixta por parte de la crítica. Algunos lo elogiaron por su ritmo trepidante y su habilidad para mantener al lector en vilo, mientras que otros lo descartaron como simple ficción pulp.
Sin embargo, el público lo devoró. “Tiburón” pasó 44 semanas en la lista de best-sellers del New York Times y vendió millones de copias en su primer año.
La estrategia de marketing de Doubleday jugó un papel crucial en el éxito inicial del libro. Tom Congdon, editor de la editorial, circuló el impactante primer capítulo entre el personal con una nota desafiante: “Lean esto sin leer el resto del libro”. Según el New York Times, “la estratagema de Congdon funcionó. Nadie que leyó el comienzo pudo dejar el libro” (NYT, 2024).
Lo que distinguió a “Tiburón” de otras novelas de suspenso fue su capacidad para tocar una fibra primitiva en los lectores.
Benchley aprovechó hábilmente el miedo ancestral al depredador desconocido, combinándolo con tensiones sociales contemporáneas y una narrativa que mantenía al lector constantemente al borde del asiento. El libro no solo era sobre un tiburón; era sobre la vulnerabilidad humana, la arrogancia frente a la naturaleza y los peligros que acechan justo debajo de la superficie de nuestra aparente seguridad.
Peter Benchley: Del terror a la conservación
Peter Benchley, el autor detrás del fenómeno “Tiburón”, tuvo una relación compleja con su obra más famosa. Nacido en una familia de escritores, Benchley desarrolló su amor por el mar y la escritura desde joven.

(Crédito BBC News)
Su padre jugó un papel crucial en su formación como escritor. Según relata Wendy Benchley, la esposa del autor, “Su padre fue muy inteligente con él. Le dijo: ‘Si quieres escribir novelas, simplemente no puedes tener bloqueo de escritor. Así que te diré qué: te pagaré lo que ganarías cortando el césped durante el verano si te levantas todas las mañanas a las 7:00 y sales a producir algo'” (NYT, 2024).
El joven Peter trabajó como editor en Newsweek, y más tarde como escritor de discursos para Lyndon B. Johnson. Cuando su labor en la Casa Blanca terminó en 1969, comenzó a trabajar gratis para numerosas publicaciones, escribiendo reseñas de libros y de películas y reportajes de viajes ocasionales.
La inspiración para “Tiburón” llegó en 1964, cuando Benchley leyó una noticia sobre Frank Mundus, un pescador que había capturado un enorme tiburón blanco frente a Montauk Point. Esta historia se quedó con él durante años, hasta que finalmente decidió escribir su novela.
El proceso de escritura de “Tiburón” fue intenso. Benchley, que vivía entonces en Pennington, Nueva Jersey, con su esposa y dos hijos pequeños, alquiló una habitación en una fábrica de hornos para poder trabajar sin distracciones.
El éxito inesperado del libro cambió su vida, pero también trajo consecuencias que Benchley no había previsto. Con el tiempo, se dio cuenta del impacto negativo que su obra había tenido en la percepción pública de los tiburones.
En sus últimos años, Benchley se dedicó a la conservación de los océanos y a educar al público sobre la verdadera naturaleza de los tiburones. Llegó a decir: “Sabiendo lo que sé ahora, nunca podría escribir ese libro hoy. Los tiburones no se dirigen a los seres humanos y ciertamente no guardan rencores” (NYT, 2024).
El New York Times señala que “‘Tiburón’ cabalgó múltiples olas culturales de mediados de los años 70: también era una novela sobre un matrimonio desgastado, un pueblo en apuros financieros y un gobierno local corrupto, lanzada en una época de tasas de divorcio en aumento, desempleo masivo y un escándalo presidencial” (NYT, 2024). Esta capacidad para reflejar las ansiedades de la época contribuyó a su éxito duradero.

(Crédito Martin Kraft, MKr25402 Steven Spielberg (Berlinale 2023), CC BY-SA 4.0 )
De la página a la pantalla
El éxito del libro no pasó desapercibido en Hollywood. Universal Pictures adquirió rápidamente los derechos cinematográficos y puso el proyecto en manos de un joven y relativamente desconocido director: Steven Spielberg.
La adaptación cinematográfica de 1975, protagonizada por Roy Scheider, Richard Dreyfuss y Robert Shaw, no solo se mantuvo fiel al espíritu del libro, sino que elevó la historia a nuevas alturas de terror y suspenso.
Spielberg, con su genio visual y narrativo, transformó lo que podría haber sido una simple película de monstruos en una obra maestra del suspenso. La decisión de mantener al tiburón fuera de la vista durante gran parte de la película, en parte debido a limitaciones técnicas (no existían los efectos generados digitalmente) pero también por diseño escénico del director, aumentó la tensión y el miedo del público.
(Crédito © 1975 Universal Studios. All Rights Reserved/Enlace al Canal Universal Pictures en Youtube)
La icónica banda sonora del genio de la música de películas John Williams, con sus dos notas inquietantes que presagiaban el peligro, se convirtió en sinónimo de terror acuático.
La película fue un éxito sin precedentes, recaudando más de 470 millones de dólares en todo el mundo y estableciendo el modelo para los blockbusters de verano que dominarían Hollywood en las décadas siguientes.
“Tiburón” no solo lanzó la carrera de Spielberg al estrellato, sino que también cambió fundamentalmente la forma en que se hacían y comercializaban las películas.
Un legado complicado
El éxito de “Tiburón”, tanto en forma de libro como de película, tuvo consecuencias de largo alcance que trascendieron el mundo del entretenimiento. Quizás el efecto más notable y controvertido fue su impacto en la percepción pública de los tiburones.

(Crédito Grammy Awards de la Recording Academy)
La representación del gran tiburón blanco como un monstruo implacable y casi sobrenatural despertó un miedo irracional en muchas personas. Las playas experimentaron una disminución en la asistencia en los veranos siguientes al estreno de la película, y hubo un aumento en la caza recreativa de tiburones.
La imagen del tiburón como “máquina de matar” se arraigó profundamente en la conciencia pública.
Peter Benchley, en los años posteriores a la publicación de “Tiburón”, llegó a lamentar el papel que su obra había jugado en demonizar a estas criaturas. Dedicó gran parte de su vida posterior a la conservación de los océanos y a educar al público sobre la verdadera naturaleza de los tiburones.
En numerosas entrevistas y en su libro de 2002 “Shark Trouble”, Benchley expresó su remordimiento: “Lo que hice con ‘Tiburón’ fue un error de juicio cometido por ignorancia… Los tiburones no tienen ningún interés particular en comer humanos”.
A pesar de estos esfuerzos, el daño ya estaba hecho. La imagen del tiburón como villano persistió en la cultura popular, alimentando numerosas secuelas (de calidad cuestionable) y generando un subgénero entero de películas de terror marino.
Un fenómeno cultural duradero
Lo que hace que “Tiburón” sea un fenómeno cultural tan duradero es su capacidad para trascender su tiempo y contexto original.
A lo largo de cinco décadas, marcadas por cambios sociales, políticos y tecnológicos radicales, la historia ha mantenido su poder para fascinar y aterrorizar.
Parte de esta longevidad se debe a la universalidad de sus temas. El miedo a lo desconocido, el conflicto entre el hombre y la naturaleza, y la lucha contra fuerzas aparentemente invencibles son temas que resuenan en cualquier época.
Además, la narrativa tensa y el ritmo implacable tanto del libro como de la película siguen siendo efectivos incluso para las audiencias modernas acostumbradas a efectos especiales más sofisticados.
“Tiburón” también se ha convertido en un punto de referencia cultural, generando innumerables parodias, homenajes y referencias en todos los medios. Desde “Los Simpson” hasta “Family Guy”, pasando por videojuegos y memes de internet, la influencia de “Tiburón” se extiende mucho más allá de su género original.
Su impacto trascendió fronteras e ideologías. Sorprendentemente, incluso Fidel Castro era fan del libro, describiéndolo como “una espléndida lección marxista” que demostraba que “el capitalismo arriesgará incluso la vida humana para mantener los mercados en funcionamiento” (NYT, 2024).
Comparación con otros íconos del terror
En el panteón de los clásicos del terror, “Tiburón” ocupa un lugar único junto a otras obras maestras de la misma época como “El Exorcista” de William Friedkin (1973) y “El Resplandor” del genial Stanley Kubrick (1980). Estas películas, cada una a su manera, redefinieron el género del terror y dejaron una huella indeleble en la cultura popular.

(Crédito James Vaughan, CC BY-NC-SA 2.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/>)
“El Resplandor”, basada en la novela de Stephen King, comparte con “Tiburón” la capacidad de crear tensión a partir de lo cotidiano.
Kubrick, al igual que Spielberg, entendió que el verdadero terror surge no de los efectos especiales espectaculares, sino de la anticipación y la sugestión. La imagen de Jack Nicholson atravesando la puerta con un hacha es tan simbólica y aterradora como la aleta del tiburón cortando la superficie del agua.

(Crédito GuillemMedina, CC BY-SA 4.0 Wikimedia Commons<https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, )
“El Exorcista”, por su parte, tocó fibras aún más profundas al abordar temas de fe, el mal y lo sobrenatural. Friedkin logró crear una atmósfera de horror psicológico que, como “Tiburón”, trascendió las expectativas del género. Ambas películas demostraron que el terror podía ser una experiencia cinematográfica seria y artísticamente válida.
Lo que distingue a “Tiburón” de sus contemporáneos es su capacidad para fusionar el terror con la aventura y el drama de acción. Mientras “El Resplandor” y “El Exorcista” se mantienen firmemente en el terreno del horror psicológico, “Tiburón” navega hábilmente entre géneros, lo que puede explicar en parte su atractivo más amplio y duradero.
Un legado que perdura
Cincuenta años después de su publicación, “Tiburón” sigue siendo una obra fundamental tanto en la literatura como en el cine. Su influencia se extiende mucho más allá del entretenimiento, afectando la percepción pública de los tiburones y nuestro entendimiento de la relación entre el hombre y la naturaleza.
A pesar de las consecuencias no intencionadas de su éxito, “Tiburón” permanece como un testimonio del poder de la narración para capturar la imaginación colectiva.
Ha sobrevivido a cambios culturales, avances tecnológicos y evoluciones en los gustos del público, manteniendo su capacidad para emocionar, aterrorizar y fascinar a nuevas generaciones.
En un mundo donde las amenazas parecen cada vez más complejas e intangibles, la simplicidad primordial del terror que representa “Tiburón” sigue resonando.
Nos recuerda que, a pesar de todos nuestros avances, seguimos siendo vulnerables ante las fuerzas de la naturaleza y lo desconocido.
Mientras nos adentramos en la segunda mitad del siglo XXI, “Tiburón” continúa nadando en las profundidades de nuestra conciencia colectiva, un recordatorio perdurable de nuestros miedos más básicos y de nuestra interminable fascinación por lo que acecha bajo la superficie.
[Nota: Este artículo contiene parcialmente información extraída del artículo “50 Years Ago, ‘Jaws’ Hit Bookstores, Capturing the Angst of a Generation” publicado en The New York Times por Brian Raftery el 12 de julio de 2024. Todos los derechos de autor pertenecen a sus respectivos propietarios.]