La muerte de Jorge Lanata supera toda controversia sobre sus legítimas y audaces peripecias en el oficio.
Es un signo de los tiempos su fallecimiento prematuro.
Un estertor que difunde su última y valiosísima contribución al periodismo de verdad. La anticipación de lo que ocurre en el periodismo profesional: la agonía de la información seria y rigurosa.
Tema que se trató en este blog años atrás ante la irrupción de internet y la vulgarización de las noticias y la propagación de hechoides y bulos de seudo periodistas militantes.
A partir del instante de su muerte comenzaron a proliferar todo tipo de comentarios y opiniones de pesar y calificación que seguramente saturarán los medios y atraerán a la farándula y la casta política de todo pelaje para ganar protagonismo e inflar apologías que no harán honor al alma de un periodista de verdad.
Nadie más lejano de las voces huecas.
Los periodistas profesionales sin parcialidades ni compromisos ni sobres ni militancia salvo en la búsqueda de la verdad y el rigor informativo despiden al colega, lloran la pérdida de su referencia, olvidan los agravios mutuos, y comparten su congoja.
La misma que en el último día del Periodista, en una entrevista en la ONG FOPEA (Foro de Periodismo Argentino), lo motivó a expresar certeramente: “No es este un gran momento para el periodismo, es bastante horrible“.