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Pedazo de Atmósfera

Influencers vs. Periodistas: ¿Quién gana la batalla por la credibilidad?

24/06/2024

En la era digital, ¿quién garantiza la confiabilidad de la información que fluye vertiginosamente desde múltiples fuentes? ¿los periodistas profesionales, guardianes históricos de la información, o los influencers, que ganaron autoridad y millones de seguidores? Porque el derecho del público a estar bien informado se debilitó, y revalidarlo es una deuda mediática

Las fakenews y la lluvia de mentiras en Internet
(Crédito imagen Microsoft Designer/DALL-E 3.0)

Las redes sociales han creado un nuevo paradigma en la difusión de información.

Los influencers, personas que han construido grandes audiencias en plataformas como Instagram, YouTube o TikTok, se han convertido en voces autorizadas para millones de seguidores. Su atractivo radica en la percepción de autenticidad y en la conexión directa que establecen con su audiencia.

A diferencia de los medios tradicionales, los influencers ofrecen un tono personal y, a menudo, una sensación de cercanía que muchos encuentran más accesible y confiable.

El rol tradicional del periodismo

Por otro lado, el periodismo profesional ha sido considerado históricamente como el “cuarto poder”, un pilar fundamental de la democracia encargado de informar al público y de mantener a los poderosos bajo escrutinio.

Periodista digital
(Crédito imagen Microsoft Designer/DALL-E 3.0)

Los periodistas profesionales se rigen por principios éticos y metodologías establecidas que incluyen la verificación de fuentes, la búsqueda de la imparcialidad, la objetividad y la responsabilidad editorial. Este enfoque sistemático ha sido la base de la credibilidad periodística durante décadas.

Puntos de conflicto

La batalla entre influencers y periodistas se libra en varios frentes. Uno de los más notables es la velocidad versus la precisión en la difusión de información.

Los influencers pueden compartir noticias u opiniones instantáneamente, mientras que los periodistas a menudo requieren más tiempo para verificar y contextualizar la información. Esto plantea un dilema: ¿es mejor ser el primero en informar o el más preciso?

Otro punto de tensión es la dicotomía entre la opinión personal y la objetividad periodística.

Los influencers no suelen estar atados a los mismos estándares de imparcialidad que los periodistas, lo que les permite expresar opiniones más libremente. Esto puede ser visto como una fortaleza por quienes buscan perspectivas más personales, pero también plantea preocupaciones sobre la propagación de desinformación, o las ya famosas fakenews.

La monetización y los conflictos de interés también juegan un papel crucial. Mientras que los medios tradicionales tienen una separación clara entre el contenido editorial y la publicidad, los influencers combinan ambos aspectos, lo que puede comprometer su objetividad.

Casos de estudio

Hemos visto numerosos ejemplos de influencers desafiando narrativas periodísticas establecidas.

Influencer en acción
(Crédito imagen Microsoft Designer/DALL-E 3.0)

Durante eventos de gran envergadura, como elecciones o crisis globales, los influencers han logrado movilizar a sus seguidores y dar visibilidad a perspectivas alternativas.

Sin embargo, también ha habido casos de desinformación viral propagada por influencers, lo que ha llevado a cuestionar su responsabilidad en la difusión de información.

Por otro lado, también estamos presenciando colaboraciones interesantes entre influencers y medios tradicionales.

Algunos periódicos y canales de televisión están incorporando influencers a su equipo para llegar a audiencias más jóvenes, mientras que ciertos influencers están adoptando prácticas periodísticas para aumentar su credibilidad.

El impacto en la audiencia

El público se encuentra ahora en la encrucijada de tener que navegar entre estas diversas fuentes de información. Mientras que algunos prefieren la inmediatez y el tono personal de los influencers, otros valoran la rigurosidad y la profundidad del periodismo tradicional.

Esta división ha contribuido a una creciente desconfianza en los medios tradicionales, con muchas personas buscando fuentes alternativas de información que se alineen con sus perspectivas personales.

Este fenómeno ha creado un panorama mediático complejo y fragmentado, planteando desafíos significativos para el público a la hora de discernir la calidad de las fuentes y contrastar la información recibida.

La complejidad de este nuevo escenario se manifiesta en varios aspectos:

  • Sobrecarga de información: El público se enfrenta a un diluvio constante de contenido, gran parte del cual puede ser superficial o estar sesgado. Esta abundancia de información, paradójicamente, puede dificultar la obtención de una comprensión clara y precisa de los acontecimientos.
  • Falta de contexto: Muchos influencers, a menudo descritos como charlistas de pantalla, carecen del conocimiento profundo necesario para contextualizar adecuadamente las noticias o los temas complejos. Esto puede llevar a una simplificación excesiva de asuntos importantes.
  • Sesgo de confirmación: Existe una tendencia natural en las personas a buscar información que confirme sus creencias preexistentes. Los influencers, consciente o inconscientemente, pueden explotar este sesgo para ganar y mantener seguidores, lo que puede reforzar las burbujas de información.
  • Dificultad para verificar: Sin los rigurosos procesos de verificación característicos del periodismo tradicional, se vuelve más difícil para el público comprobar la veracidad de la información que recibe. Esto puede conducir a la propagación de desinformación o información errónea.
  • Mezcla de entretenimiento e información: En el mundo de los influencers, los límites entre opinión, hecho y entretenimiento a menudo se vuelven borrosos. Esta amalgama puede complicar aún más la búsqueda de la verdad objetiva.

La alfabetización mediática en la educación

Frente a estos desafíos, se hace evidente la crucial importancia de la alfabetización mediática y el pensamiento crítico.

En un ecosistema donde cualquiera con una plataforma puede influir en la opinión pública, es fundamental que los consumidores de información desarrollen habilidades para evaluar críticamente tanto las fuentes como los mensajes que reciben.

Este nuevo panorama también plantea interrogantes sobre el papel de las instituciones educativas y los medios tradicionales. ¿Deberíamos considerar la alfabetización mediática como una habilidad esencial en el currículo educativo? ¿Cómo pueden los medios tradicionales adaptarse para mantener su relevancia y credibilidad en este entorno cambiante?

La complejidad de este escenario subraya que no será fácil encontrar imparcialmente la verdad confiando únicamente en “charlistas de pantalla”.

Se requiere un esfuerzo consciente y colectivo para navegar este paisaje mediático diverso y complejo, buscando un equilibrio entre la inmediatez y personalización que ofrecen los influencers, y la profundidad y rigurosidad que caracteriza al buen periodismo.

El futuro de la credibilidad de los medios

A medida que avanzamos, es probable que veamos una mayor convergencia entre el mundo de los influencers y el periodismo tradicional.

Los periodistas están (estamos, ya que Pedazo de Atmósfera es una prueba de ello) aprendiendo a utilizar las redes sociales de manera más efectiva, mientras que algunos influencers están adoptando prácticas periodísticas para aumentar su credibilidad.

La clave para el futuro de la información podría estar en la alfabetización mediática. Es crucial que el público desarrolle habilidades críticas para evaluar la credibilidad de las fuentes, independientemente de si provienen de un periodista consagrado o de un influencer popular.

Quién garantiza el derecho del público a estar bien informado

En última instancia, la batalla por la credibilidad entre influencers y periodistas no tiene un claro ganador. Ambos tienen sus fortalezas y debilidades, y es probable que continúen coexistiendo y evolucionando en el ecosistema mediático.

Del periodismo lineal al digital, un cambio abrumador para el público
(Crédito imagen Microsoft Designer/DALL-E 3.0)

Sin embargo, surge una pregunta crucial: dada la excesiva segmentación, rapidez y carga de subjetividad personal que impregna el relato y el discurso de los influencers, ¿qué y cómo se garantizará al público su derecho a estar bien informado?

La respuesta a esta pregunta probablemente implicará una combinación de factores. Por un lado, podría ser necesario desarrollar nuevas regulaciones que aborden la responsabilidad de los influencers en la difusión de información. Por otro lado, la educación mediática será fundamental para equipar al público con las herramientas necesarias para navegar en este complejo paisaje informativo.

Además, es posible que veamos el surgimiento de nuevos modelos de periodismo que combinen lo mejor de ambos mundos: la rigurosidad y ética del periodismo tradicional con la autenticidad y conexión directa que ofrecen los influencers.

En última instancia, la responsabilidad recae tanto en los creadores de contenido como en los consumidores. Los influencers y periodistas deben esforzarse por mantener altos estándares de integridad y precisión, mientras que el público debe cultivar un enfoque crítico y diversificar sus fuentes de información.

La batalla por la credibilidad está lejos de terminar, pero su resultado dará forma al futuro de cómo nos informamos y entendemos el mundo que nos rodea. En esta era de información abundante, la verdadera victoria no será para los influencers ni para los periodistas, sino para una sociedad bien informada y críticamente consciente.